LOUISE COOPER

LOUISE COOPER
TRILOGIA "EL SEÑOR DEL TIEMPO"
1. El iniciado
"Tarod, Tarod, Tarod..." Una voz desconocida pronuncia este nombre martilleando sin cesar el cerebro del joven que no sabe cómo se llama ni por quién ha sido engendrado. El muchacho lo adopta como su nombre. Tarod reside en un fastuoso castillo, situado en la Península de la Estrella, donde habitan los Sumos Sacerdotes de Aeoris, dios del Bien, dios del Orden, y es instruido en las artes arcanas y mágicas, convirtiéndose en uno de los hechiceros de mayor rango. Es el Iniciado. Pero un día la voz se materializa en una forma humana de espíritu demoníaco. Es Yandros, personificación del Mal. Por él sabe el Iniciado que ha sido designado para introducir, de nuevo, el Caos en el mundo. Trasladándose a través de siete planos astrales, Tarod domina el Péndulo y atrapa a los servidores del Orden en el Tiempo. Él, en cambio, es libre y ante sus ojos se extiende el mundo y el futuro para cumplir su misión. 


2. El proscrito
Para huir del terrible destino al que el Círculo lo había condenado, Tarod logra detener el Péndulo que rige el ineludible fluir del tiempo. Y el tiempo deja de existir. Tarod, prisionero en un limbo sin ayer ni mañana, vive resignándose a su inmortalidad... cuando un Warp, la terrible tempestad desencadenada por las fuerzas del Caos, arrastra a dos seres humanos, un hombre y una mujer, hasta el Castillo de la Península de la Estrella. Ella es Cyllan, una humilde boyera dotada de poderes parpsicológicos, y por la que Tarod sentirá un amor intenso y puro. Él, Drachea, el presuntuos heredero del Margrave de la provincia de Shu. Encerrados los tres en el castillo, provocarán nuevos y terribles acontecimientos hasta lograr que el Tiempo reemprenda su lento e inexorable camino.


3. El orden y el caos
Tarod ha ganado su libertad, pero el anillo que contiene su alma ha desaparecido junto con la muchacha que ama. Del mismo modo que un siniestro Warp había arrojado a Cyllan al interior del Castillo, otra de esas sobrenaturales tormentas, legado del Caos, proyectando sus caóticos relámpagos, anunciando la oscuridad y haciendo avanzar sus grandes y pulsátiles franjas de color macilento, la había arrebatado de aquel lugar y de Tarod. Aun en peligro de caer en manos de sus enemigos, él debía encontrar a Cyllan antes de que lo hiciera el Círculo. Sólo entonces podría cumplir el compromiso que se había impuesto de enfrentarse con los dioses, pues únicamente éstos eran capaces de destruir la piedra y el mal que había en ella. Pero si el mal le alcanzaba, Tarod se vería obligado a aceptar la verdad de su propia herencia. Una herencia que podía provocar un conflicto titánico de fuerzas ocultas y lanzarle a una búsqueda definitiva de venganza, desestabilizando el equilibrio entre el Orden y el Caos, imprescindible para subsistir.


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